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A tu puerta llego a cantarte el mayo y sin tu licencia no puedo cantarlo. Y en tu puerta niña hay una arboleda que llegan las ramas y a tu cabecera. Y el claro arroyuelo libre serpentea entre verdes juncos sobre blanca arena. Ya te hemos echado el Mayo sólo quisiera saber si el Mayo que te he cantado es de tu gusto y placer Quédate con Dios y adiós ramito de verde oliva que te llevo en la memoria mientras que en mundo viva.
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